domingo, 15 de abril de 2007

La lluvia lava la cara de los muertos. A.


Indeterminadas las horas se vuelven escrupulosas. El humo flagelante obliga a entornar los ojos a los débiles de la mirada enrarecida, aquellos títeres descerebrados errando cuales deshechos humanos en mitad de una noche violentamente hermosa. Se cruza el hedor a la piel gelatinosa y el color, si ya cetrino, amenaza con disolverse por completo hasta dejar ver el profundo vacío de la carencia extrema. Carros de besos perdidos atraviesan las calles hediondas, arrastrados por seres sin rostro que manejan las corduras de quienes antes andaban solos y no temían seguir derrochando su fértil desparpajo inusitado.

Despreciada entonces, la cantinela de la historia del cuento regresa desde la hendidura del despotismo al que ha sido afrentada, para distinguirse serena, curtida.

“La lluvia lava la cara de los muertos”… “Me tendría que casar con él”… Las palabras parecen decir más cuando se mencionan de noche antes de dormir, y, sobre todo, cuando son otros quienes las dicen. Ellos lo saben y yo, les quiero.

El motivo de las horas

Durante es el momento. Ni antes ni después. Ni ayer ni mañana.

viernes, 13 de abril de 2007

Contruir... destruir... construir... destruir...construir...

Dicen las malas lenguas que el arte ha de ser algo que perdure en el tiempo. Nada perdura demasiado. Lo suficiente como para dejarse ver un momento.
Cuando volvió a mantenerse en pie algunos minutos todavía no era consciente del nuevo estado en el que se encontraba. Titubeaba cuando miraba el suelo, tan allá a lo lejos, nunca se había percatado de lo alta que era, y que desde allí la perspectiva era distinta, distinta incluso para mirar a los ojos de la gente, si es que alguien se decidía a mirarla así de una vez. Al fin y al cabo todos buscamos lo mismo, ¿no?... al menos eso dicen, entonces ¿por qué no nos ponemos de acuerdo?
Los pies se le hacían pequeños en esa distancia recién descubierta, las rodillas diferenciadas la una de la otra, tan separadas ya de sus hombros, tanto tiempo encogida no era bueno. Ahora extenderá los brazos estirando la yema de los dedos para intentar rozar el cielo, pobre ingenua… no es para tanto. Nadie a su lado, eso no ha cambiado...

jueves, 12 de abril de 2007

Se vuelve a levantar


Desde las profundidades más recónditas se vuelve a levantar, aunque un poco ya cansada, la irremediable deliberación individual. Comienza diciendo que las palabras son capaces de generar nuevos mundos atrapados bajo la parafernalia indiscutible del buen hacer, lastre ignominioso de ancestros detestables. Mira y escucha, aunque la paciencia nunca ha sido carácter sobresaliente de esta amalgama de carne, sangre y huesos astillados. Ya no quiere esperar ni medir la húmeda y transparente saliva de sus palabras, que revientan contra las endebles murallas de las ciudades perdidas en momentos de duda. Ahora ya no puede parar, pues ha comenzado hiriendo a su propio corazón doblegado por decires ajenos que lo maltrataron testarudamente y sin consentimiento alguno. Es entonces, después de tales afrentas hacia su persona, cuando cree haber hallado un pequeño sendero hacia una luz, aunque insignificante, pero dichoso de serle fiel en su hazaña por comprender tal derrumbamiento en derredor. Son las paredes de cristal enmohecido las que con violencia desequilibran el estado primitivo de las horas que triunfaban en su armonía para con la tierra y la esperanza de los días venideros. Hoy cochambrosos retales despellejados de lo que podría haber sido.

Es aquí, reitera, en medio de esta feroz y macabra existencia donde ha de liberarse de los sueños rotos. Postrados en contra de su voluntad a la asquerosa partida de los juegos más mezquinos de la abominación humana. Comprende, pues, que la canción suele volverse triste, porque tristeza despierta entre sus párpados con cada amanecer oxidado. Comprende, tal vez un poco tarde ya, que ser sin tapujo alguno, ser sin la estricta disciplina de lo hipócrita, resulta ser demasiado caro.

carmen mselma